Privatización de rutas nacionales: el Gobierno avanza con la licitación de más de 1.800 kilómetros

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El Gobierno nacional avanza en el proceso de privatización de rutas, una medida que busca transferir a manos privadas la gestión de más de 1.800 kilómetros de carreteras nacionales. La iniciativa, impulsada por el Ministerio de Economía, fue presentada como parte de un plan para “modernizar” la infraestructura vial y reducir el gasto estatal. Sin embargo, el anuncio también despertó controversias entre especialistas, sindicatos y usuarios por sus posibles consecuencias en los costos de peaje y el control público de las vías.

La propuesta forma parte de la llamada Red Federal de Concesiones (RFC), un programa que prevé licitar más de 4.400 kilómetros de rutas y autopistas en distintas provincias. En esta primera etapa, se abrirán concursos para dos tramos principales:

  • Tramo Sur – Atlántico – Acceso Sur: incluye 1.325 kilómetros que abarcan las rutas nacionales 3, 205 y 226, además de las autopistas Riccheri, Ezeiza-Cañuelas y Jorge Newbery.
  • Tramo Pampa: comprende 547 kilómetros sobre la Ruta Nacional 5, que conecta Luján con Santa Rosa.

Con estas concesiones, el Estado busca transferir la operación, el mantenimiento y la explotación de las rutas a empresas privadas mediante contratos de largo plazo.

El argumento oficial: eficiencia y ahorro

Desde el Gobierno aseguran que el objetivo es “modernizar la red vial y mejorar la seguridad” a través de la inversión privada. El ministro de Economía, Luis Caputo, destacó que el nuevo esquema permitirá pasar de un “modelo deficitario a uno competitivo, transparente y sin subsidios del Tesoro”.

La idea central es que las empresas concesionarias se encarguen de la reparación, señalización y mantenimiento de los tramos, mientras el Estado ejerce una función de control y fiscalización. Así, se espera aliviar la carga presupuestaria del gobierno nacional y atraer capitales nacionales e internacionales que inviertan en infraestructura.

Según el comunicado oficial, la privatización se presenta como una medida “sostenible y eficiente”, capaz de garantizar rutas en mejores condiciones sin necesidad de recurrir a fondos públicos.

Las dudas y críticas: peajes más caros y menor control

No obstante, el plan no está exento de cuestionamientos. Diversos especialistas advierten que la privatización de rutas puede derivar en un aumento de los peajes, afectando tanto a los transportistas como a los usuarios particulares.

Organizaciones de trabajadores viales expresaron su preocupación por el posible impacto laboral que tendrá el traspaso de funciones al sector privado, mientras que analistas del transporte sostienen que es indispensable un marco regulatorio fuerte para evitar abusos o incumplimientos por parte de las concesionarias.

También se plantea el riesgo de que la falta de competencia real en las licitaciones derive en concentración empresarial, con pocas compañías manejando grandes extensiones de rutas. En ese escenario, la transparencia y la supervisión del Estado serán factores determinantes para garantizar un servicio de calidad.

Una apuesta en medio del ajuste

El anuncio de la privatización se enmarca en el contexto de ajuste fiscal impulsado por el Gobierno. En un escenario de restricción presupuestaria, la administración busca reducir los gastos públicos en mantenimiento vial y obras, trasladando esa responsabilidad al capital privado.

Caputo aseguró que el plan permitirá “ahorrar recursos del Estado sin afectar la calidad del servicio”, aunque reconoció que las tarifas y los esquemas de peaje quedarán bajo análisis durante el proceso de licitación.

A nivel político, la medida refuerza la idea de un Estado más pequeño y eficiente, alineada con la visión liberal que sostiene la gestión actual. Sin embargo, para muchos actores del sector, el desafío será mantener la accesibilidad y la seguridad vial en rutas que son clave para la economía nacional.

Las provincias involucradas —Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, San Luis y La Pampa— podrían beneficiarse con mayores inversiones en infraestructura y empleo local. Sin embargo, los gobiernos provinciales reclaman que se garanticen mecanismos de participación y control sobre las obras y tarifas aplicadas.

Para el transporte de cargas y pasajeros, una red más moderna podría traducirse en menores tiempos de viaje y costos logísticos, mejorando la competitividad. Pero todo dependerá de cómo se fijen los peajes y las condiciones contractuales que se establezcan en los próximos meses.