La reciente votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) posicionó a la Argentina como el único país que rechazó una resolución destinada a prevenir y eliminar la violencia contra mujeres y niñas en el ámbito digital. Este hecho ha generado un intenso debate tanto a nivel nacional como internacional, destacando la singularidad de la postura argentina frente a una resolución apoyada por la mayoría de los países miembros.
La resolución, promovida por Rusia, buscaba intensificar los esfuerzos globales para combatir la violencia digital que afecta a mujeres y niñas. Un total de 170 países respaldaron la medida, mientras que 13 naciones se abstuvieron, entre ellas Rusia, Irán, Nicaragua y Corea del Norte. Sin embargo, el voto negativo de Argentina acaparó la atención al ser el único sufragio en contra de la propuesta.
El proyecto se centraba en fortalecer acciones concretas para abordar el problema de la violencia digital, un fenómeno en crecimiento que amenaza derechos fundamentales. Sin embargo, las justificaciones del gobierno argentino revelaron una lectura diferente del texto, calificándolo de incluir elementos discriminatorios hacia sectores vulnerables y de carecer de evidencia suficiente para respaldar algunos de sus planteamientos.
La explicación oficial desde Cancillería
Fuentes del Palacio San Martín argumentaron que la posición adoptada por Argentina se basó en un análisis detallado del contenido de la resolución. Según estas fuentes, el texto incluía conceptos que podrían interpretarse como discriminatorios hacia personas en situación de pobreza y abría la posibilidad de exigencias en programas futuros que no cuentan con respaldo científico sólido.
A pesar de esta explicación, la decisión generó malestar entre los aliados occidentales de Argentina, quienes respaldaron el proyecto bajo una óptica completamente diferente. Este desacuerdo subraya el creciente aislamiento diplomático que enfrenta el país en ciertos foros internacionales.
Esta no es la primera vez que Argentina adopta una postura aislada en votaciones clave de la ONU. En la misma semana, el país fue el único en oponerse a una resolución relacionada con los derechos de los pueblos indígenas. Además, el gobierno de Javier Milei ordenó el retiro de la delegación argentina de la COP29, la cumbre de cambio climático más importante del mundo, celebrada en Bakú, Azerbaiyán.
Estas decisiones han sido vistas por analistas internacionales como señales de un cambio drástico en la política exterior argentina, marcando distancias con respecto a consensos globales y alineándose, en algunos casos, con posturas menos tradicionales.
El impacto internacional del voto argentino
El rechazo de Argentina a esta resolución ha generado especulaciones sobre las motivaciones detrás de esta decisión. Mientras que países como Estados Unidos e Israel, aliados clave según la nueva dirección de política exterior, votaron a favor, la postura argentina parece no encajar con las estrategias de alineación previamente anunciadas. Esto ha despertado interrogantes sobre si el país está comenzando a adoptar posiciones que podrían anticipar un giro hacia políticas similares a las de la administración de Donald Trump.
En el ámbito internacional, el voto argentino fue recibido con sorpresa e incomodidad. La decisión, que contradice el consenso generalizado, ha sido criticada por organizaciones defensoras de derechos humanos y por países que ven en la violencia digital un problema urgente que requiere soluciones globales.
En el plano local, la medida también ha dividido opiniones. Mientras algunos sectores respaldan la autonomía del gobierno para analizar críticamente los textos internacionales, otros consideran que estas decisiones están afectando la imagen y credibilidad de Argentina en el escenario global.

 
				 
				 
				 
				