En medio de una inflación galopante y salarios que no logran seguir el ritmo, el consumo masivo sigue siendo la principal variable de ajuste en el bolsillo de los argentinos. Este fenómeno no es nuevo, pero ha alcanzado niveles alarmantes con una caída del 22,3% interanual en septiembre y acumulando un retroceso del 12% en lo que va del año. Todas las categorías de productos muestran descensos importantes, lo que refleja el impacto de la crisis económica.
El consumo masivo, que incluye alimentos, bebidas, productos de higiene personal y limpieza, no logra repuntar. Los últimos nueve meses han mostrado una tendencia negativa, con caídas significativas en prácticamente todos los sectores. Este comportamiento, revelado en un informe de la consultora Scentia, deja en claro que la situación es grave y no hay indicios de una recuperación a corto plazo.
El informe señala que, además de la baja acumulada en el año, la brecha entre el aumento de los precios en los canales tradicionales y el impacto en las ventas es cada vez más notable. A pesar de que los precios continúan subiendo, el volumen de ventas ha tenido una variación mucho menor, lo que indica que el poder adquisitivo de los consumidores ha disminuido considerablemente.
Caídas generalizadas en todas las categorías
El análisis por categoría muestra un panorama preocupante. Los productos impulsivos, como golosinas y chocolates, experimentaron una retracción del 32,3% en septiembre, lo que sugiere que los consumidores están priorizando lo esencial. Sin embargo, incluso los productos de primera necesidad, como los alimentos, registraron caídas importantes, con una baja del 19,6% en el mismo mes.
Otros sectores, como las bebidas sin alcohol, vieron una disminución del 26,7%, mientras que los productos de higiene y cosmética cayeron un 24,1%. Los productos perecederos, que son una parte fundamental del consumo diario, también sufrieron una retracción del 16,8%, lo que refleja cómo la crisis económica afecta directamente las decisiones de compra de las familias.
El descenso del consumo no ha sido uniforme en todos los canales de venta. Según Scentia, mientras que los autoservicios independientes registraron una caída del 23,5%, las grandes cadenas de supermercados no quedaron exentas, con una baja del 21,2% en sus ventas. Esto demuestra que la crisis económica está afectando a todos los actores del sector, aunque algunos lo experimentan con mayor severidad que otros.
Desempeño regional: AMBA versus el interior
El análisis regional también revela diferencias significativas. En el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), el consumo masivo tuvo un comportamiento algo mejor en comparación con el resto del país, con una caída del 14,1% en todos los canales de venta. En cambio, en las provincias, el descenso fue mucho más pronunciado, con un 27,3% menos en el mismo período.
Este contraste puede estar relacionado con las diferentes dinámicas económicas de cada región y el nivel de ingresos promedio. En el interior, donde los ingresos suelen ser más bajos y la inflación golpea con mayor fuerza, el impacto en el consumo masivo es más evidente.
Factores que explican la caída del consumo
Uno de los factores que explica esta abrupta caída en el consumo masivo es la alta base de comparación con el año 2023. Durante ese período, en plena campaña electoral, se implementaron medidas como el Plan Platita, impulsado por el entonces ministro de Economía, Sergio Massa. Estas medidas generaron un aumento en el consumo debido al stockeo masivo de productos, lo que ahora, en condiciones más normales, genera un efecto de fuerte retroceso.
Además, la inflación, que sigue en niveles elevados, está afectando gravemente el poder de compra de los argentinos. En septiembre de 2024, el precio promedio de los productos de consumo masivo registró una variación del 222,5% interanual, mientras que las ventas en términos de valores apenas crecieron un 150,6%. Esto pone de manifiesto que muchos consumidores no pueden seguir validando los aumentos constantes de precios en los productos que necesitan.
El desfase entre el aumento de los precios y la caída en el consumo refleja una realidad alarmante: los ingresos de los argentinos no alcanzan para cubrir las necesidades básicas. Esto se traduce en un menor volumen de compras, especialmente en productos no esenciales, y un mayor esfuerzo por parte de las familias para adaptarse a la nueva realidad económica.