La actividad industrial en la Argentina volvió a registrar una fuerte caída durante el mes de junio, profundizando las preocupaciones sobre el rumbo económico y el futuro de las pequeñas y medianas empresas. Según el último informe elaborado por la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), la producción fabril registró una baja del 1,2 % en comparación con mayo, en términos desestacionalizados, mientras que el segundo trimestre cerró con una contracción del 0,8 % frente al primero.
Aunque el informe señala que en términos interanuales hubo un leve crecimiento, ese resultado responde a una comparación con niveles de actividad históricamente bajos, derivados de la crisis de 2024. En otras palabras, no hay signos de recuperación genuina, sino un rebote estadístico que enmascara la fragilidad del escenario actual.
La crisis golpea con más fuerza a las pymes
Las pymes industriales, que representan una parte clave del entramado productivo argentino, son las más afectadas por la situación. Desde el sector alertan que los costos de producción crecieron por encima de la inflación, afectando la rentabilidad y empujando a muchas empresas al borde del cierre.
Durante el segundo trimestre, los costos industriales aumentaron un 18,9 %, mientras que el Índice de Precios al Consumidor se ubicó en torno al 5,5 %, lo que generó una pérdida acelerada de competitividad. Esta situación se ve agravada por la apertura de importaciones, que permite el ingreso de productos a menor costo, dificultando aún más la supervivencia de la industria nacional.
«Estamos atravesando una tormenta perfecta. La combinación de inflación interna, apertura comercial y falta de crédito nos deja sin herramientas para competir», sostuvo un representante de la Federación de Empresarios Nacionales para el Desarrollo Argentino (ENAC).
Tasas altas y financiamiento inaccesible
Otro de los factores que agrava el panorama es el difícil acceso al financiamiento. Las tasas de interés siguen en niveles elevados, lo que encarece los préstamos y desalienta las inversiones productivas. A esto se suma la falta de líneas de crédito específicas para pymes, que muchas veces no logran cumplir con los requisitos exigidos por los bancos.
Según un relevamiento reciente, ocho de cada diez empresarios pyme no planean contratar personal en el tercer trimestre del año. La falta de previsibilidad y la caída de las ventas desalientan cualquier posibilidad de expansión o inversión.
El impacto en el empleo ya comienza a sentirse con fuerza. Durante el segundo trimestre, el 19 % de las pymes industriales debió reducir su plantilla de trabajadores, mientras que solo el 14,9 % logró incorporar personal nuevo.
En 2024, más de 13.000 pymes cerraron sus puertas en todo el país, de las cuales 5.200 pertenecían al sector industrial. Las proyecciones para 2025 no son alentadoras si no se implementan medidas urgentes de reactivación.
Además de los factores coyunturales, el sector arrastra problemas estructurales que limitan su desarrollo. El alto peso impositivo, los costos logísticos y las cargas laborales continúan siendo obstáculos para competir a nivel regional. A pesar de que la productividad y la calidad de la mano de obra son destacadas, los márgenes operativos siguen estrechándose.
Desde el ámbito empresario se señala que la industria ha llegado a un “techo técnico”. Es decir, sin políticas activas que impulsen el consumo, el crédito y la inversión, la recuperación se vuelve prácticamente inviable.