El Hospital Garrahan, emblema de la salud infantil en la Argentina, amaneció el 21 de octubre de 2025 con un paro general de 24 horas. La medida, impulsada por médicos, técnicos, enfermeros y personal administrativo, busca presionar al Gobierno para que se aplique efectivamente la Ley de Emergencia Pediátrica, aprobada pero —según denuncian— aún sin implementación real.
A pesar del paro, los servicios esenciales permanecieron activos. “Nunca dejamos de atender urgencias; siempre hay guardia las 24 horas”, remarcaron los trabajadores, intentando dejar en claro que la protesta no pone en riesgo la atención de los pacientes más graves.
“El hospital se está viniendo abajo”
La frase, repetida entre pasillos, refleja el malestar profundo que atraviesa a los equipos del Garrahan. Según denuncian los profesionales, la falta de recursos, los bajos salarios y la pérdida de personal especializado están poniendo en jaque el funcionamiento del centro pediátrico más importante del país.
“En los últimos meses hubo cerca de 50 desvinculaciones, muchas por desgaste o migración laboral. Es imposible sostener la calidad con esta precariedad”, explicó una pediatra con más de tres décadas de experiencia en el hospital.
A la par, los trabajadores reclaman el cumplimiento de otras leyes aprobadas, como las vinculadas a discapacidad, financiamiento universitario y programas de salud infantil, que tampoco se estarían ejecutando de manera efectiva.
La medida de fuerza fue antecedida por una caravana de protesta que llegó hasta la Quinta de Olivos, residencia presidencial. Allí, representantes de distintos gremios del sector salud visibilizaron la crisis y exigieron respuestas concretas.
“Queremos que el Ejecutivo entienda que no se trata de un reclamo salarial aislado. Estamos peleando por la salud de los chicos”, señalaron los manifestantes.
El ambiente frente a Olivos combinó indignación y tristeza: muchos de los trabajadores marcharon con guardapolvos y carteles donde se leía “Sin pediatría no hay infancia sana” o “El Garrahan no aguanta más”.
Sueldo insuficiente y fuga de profesionales
El aspecto económico es otra de las grandes preocupaciones. Una técnica de laboratorio con más de 30 años de servicio fue contundente: “El sueldo no alcanza. Llegamos al día 10 del mes y ya no se puede más. Muchos compañeros se fueron al exterior porque acá la situación es insostenible.”
Esa fuga de talento médico y técnico afecta directamente la calidad de atención. Los servicios de alta complejidad requieren personal altamente capacitado, y formar a un nuevo especialista puede llevar años.
Además, la inflación y los bajos aumentos salariales deterioraron el poder adquisitivo de todo el personal, generando una sensación general de desánimo.
El Hospital Garrahan no es solo un edificio: es una referencia nacional que recibe pacientes de todas las provincias. Para muchas familias, el centro pediátrico se convierte en un segundo hogar durante largos tratamientos.
Una madre, que acompaña a su hijo en un tratamiento oncológico, expresó: “Este hospital nos dio todo. Los profesionales son increíbles, pero no pueden seguir trabajando sin apoyo. Verlos agotados y preocupados nos parte el alma.”
El testimonio refleja un vínculo de afecto y confianza que se ha construido durante décadas, y que ahora parece amenazado por la crisis institucional.
La Ley de Emergencia Pediátrica: una promesa sin cumplimiento
La Ley de Emergencia Pediátrica fue sancionada con el objetivo de garantizar recursos, equipamiento e infraestructura para hospitales infantiles de todo el país. Sin embargo, los trabajadores denuncian que el Gobierno no ha destinado los fondos necesarios para ponerla en práctica.
“El papel está, pero la plata no. Sin presupuesto no hay ley que funcione”, resumió una delegada sindical del hospital.
Esta falta de implementación agrava la situación de centros pediátricos en todo el territorio, donde la escasez de profesionales y la sobrecarga asistencial se han vuelto moneda corriente.
Los trabajadores del Garrahan piden una mesa de diálogo inmediata con autoridades del Ministerio de Salud y de la Ciudad de Buenos Aires. Exigen mejoras salariales, incorporación de personal, y un plan de emergencia real para recuperar el funcionamiento pleno del hospital.
Mientras tanto, las familias y organizaciones sociales que acompañan el reclamo insisten en que el Estado debe priorizar la salud infantil como política pública central.
“No podemos naturalizar que un hospital modelo esté al borde del colapso. La infancia no puede esperar”, expresaron desde una asociación de padres.